Impresión 3D ¿oportunidad o amenaza?

Impacto de lo que podría ser la última revolución del siglo XXI



Que la impresión 3D es una realidad lo demuestran los incontables ejemplos “imprimibles” y productos “imprimidos” que han salido en los últimos años: desde trajes de baño que ya han desfilado en pasarelas de moda, a prótesis de plástico que sustituyen a las clásicas de titanio o fibras de carbono (y que dicho sea de paso, reduce sustancialmente el coste de fabricación), incluso ¡casas enteras o comida (¡comestible!) impresa en 3D!

Si la imaginación no tiene límites, tampoco parece tenerlo la tecnología de impresión tridimensional: producir lo que quieras, donde quieras y en el momento que te guste. Sin miedo a equivocarnos, nos atrevemos a decir que la impresión 3D es, sin duda, la última revolución del S.XXI y, afortunados de nosotros, que estamos viviendo en vivo y directo dicha revolución.

Innovación en tiempo real y que no para, porque la impresión tridimensional da pasos gigantes hacía la popularización y uso doméstico. La última muestra es el bolígrafo que también escribe en 3D: el 3D LIX ya ha conseguido la financiación inicial de 30.000 libras y ahora sólo hace falta que el proyecto vea la luz. De hecho, en menos de una semana, el bolígrafo de impresión 3D (y de paso, la impresora más pequeña 3D del mundo), ha superado ¡las 500.000 libras!, demostración que hay un interés real (o curiosidad filántropa) que la impresión 3D viene para quedarse (y sí, revolucionar los cimientos de la economía y la industria contemporánea).

Oportunidad de negocio
Todo ello, ¿para qué? Aunque las primeras impresiones tridimensionales datan de los años 80 y 90, el negocio de las impresoras 3D comienza a enfocarse hacía el consumidor final y en su día a día, y los pequeños empresarios harían bien en atender este sector, puesto que se hace evidente que cada vez más hay una demanda creciente que pide ser ser tratada.

Que el gigante HP haya decidido trasladar a Barcelona su sede mundial de impresión 3D es que algo grande está a punto de ocurrir en territorio de habla hispana con la impresión 3D. Y no sólo las grandes empresas han echado el ojo a la impresión tridimensional: ya han aparecido desde hace años los primeros comercios dedicados a la impresión 3D (e incluso una cadena de cafeterías en Latinoamérica que permite tomar un café mientras se imprimen objetos) y las startups especializadas en ello florecen cada vez más rápidamente. De hecho, hace unas semanas se presentaba M3D, la primera impresora de consumo, con un precio de mercado cerca a los 300$. Pequeña, asequible, intuitiva y que abre las puertas a la impresión 3D en casa de todos.

Y no sólo para el consumidor, sino que las oportunidades empresariales que se abren son como el mismo uso de la impresión en tres dimensiones, prácticamente infinitas. La múltiple oferta demuestra que el coste de producción ha bajado hasta límites económicamente viables (el gran handicap de la impresión 3D hasta hace poco). La diferencia (y la gran de la gran ocasión que representa) de las impresoras 3D es que ofrece opciones personalizadas con resultados industriales: la expansión de esta nueva revolución depende de la inventiva e innovación de los futuros ofertantes.

… ¿y amenazas?
Dicen que cuando Gutenberg inventó la imprenta, envió a su socio capitalista, John Fust, a vender los primeros ejemplares de la Biblia a París. Cuando llegó a la capital cultural europea se encontró que el sector “editorial” estaba monopolizado por la Confería de libreros, encuadernadores, escritores y pergamineros, una especie de gremio fundado un siglo atrás y formada, como su nombre indica, por los principales actores de la producción y distribución de libros (aún por entonces, con un proceso muy artesanal). Cuando esta asociación vio que un extranjero contaba con tal cantidad de biblias (y que ninguna de ellas procedía de sus escribientes) lo denunciaron a la Inquisición porque creyeron que la única explicación de tantos ejemplares era un pacto con el diablo. El bueno de Fust tuvo que huir de Paris para el bien de su negocio y, sobretodo, de su vida.

Toda revolución conlleva cierto grado de incredulidad, y, sin llegar a los extremos de asumir como obra del diablo las resultados de la tecnología tridimensional, lo mismo que ocurre con la impresión 3D, puesto que aunque todavía falta porque este negocio se consolide, no podemos esconder que su aparición puede alterar, ¡y mucho!, el status quo de determinados sectores de producción y puede cambiar las reglas de juego.

Muchos han definido la impresión 3D como una amenaza económica, puesto que, además del uso fraudulento y poco éticas de los diseños y la impresión tridimensional, también puede alterar (y sin duda lo hará) los hábitos de consumo de los ciudadanos y la manera como entendemos la producción y la logística: la producción automatizada pero personalizada puede hacer dejar de depender de las grandes empresas de logística y la tradicional cadena de suministro.

Fuente: ID Acción