La huella de carbono en el vino: preocupante realidad derivada de un fenómeno del marketing

Por Gustavo Unamuno


Esta reseña tiene el objetivo de plantear un interrogante, que me surgió luego de leer los informes de Tim Atkin (reconocido periodista, locutor y comentarista de vinos), relativo al tipo de botellas empleadas en los vinos argentinos.

En particular, procedí a pesar botellas vacías de vinos “tranquilos”, para averiguar la cantidad de vidrio utilizada para fabricarlas.
1) Tordos Blanc de Blancs 2018, 400 gr. (Salta, Argentina)
2) Yeta Merlot 2015, 578 gr. (Salta, Argentina)
3) Yeta Tannat de barrica 2015, 724 gr. (Salta, Argentina)
4) DV Catena Vineyard Designated Cabernet Sauvignon 2011 Finca La Pirámide, Agrelo, 1004 gr. (Mendoza, Argentina)

La constatación tenía que ser con vinos tranquilos, porque los espumantes por estar sometidos a presiones internas por el gas que contienen, necesitan botellas más resistentes, corchos y cápsulas específicos.

La huella de carbono tiende a establecer el impacto ambiental de un producto industrial o de los insumos que lo componen, durante toda su vida útil, cuánta energía térmica se necesita para producirlo, transportarlo y finalmente transformarlo, reciclándolo, o bien, en cuanto tiempo y bajo qué condiciones se produce su degradación.

Hará unos 20 años, las bodegas acudieron al recurso de utilizar botellas más pesadas, a fin de comunicar una imagen superior del producto (por ejemplo, el Enzo Bianchi 2002).
Esto se utilizó inicialmente en los vinos ícono, pero luego se horizontalizó y alcanzó incluso segmentos de la oferta de gamas medias. Este fenómeno "traccionó" y también implicó "engordar" las botellas hacia abajo, en todas las líneas de productos.

Existen bodegas top como Noemía (Patagonia Argentina), que no necesitaron del exceso de vidrio, pero son raras avis. Las consecuencias son evidentes, ya que para la misma cantidad de vino, Tordos usa 400 gr de vidrio y Catena 1004 gr (con cada botella estaríamos comprando más vidrio que vino).

Estas botellas no cumplen otra función que la de transmitir una calidad percibida al consumidor. Hay que poner un freno. Quizás la cantidad de vidrio máxima para cada tipo de producto debería estar regulada por el INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura), al igual que debería obligarse a las bodegas a envasar con parte de vidrio reciclado. El ambiente y las cavas, agradecidos.


Tordos Blanc de Blancs 2018, 400 gr. (Salta, Argentina)


Yeta Merlot 2015, 578 gr. (Salta, Argentina)



Yeta Tannat de barrica 2015, 724 gr. (Salta, Argentina)


DV Catena Vineyard Designated Cabernet Sauvignon 2011