Por Gustavo Molinatti
Vista por muchos como una industria de “garaje” o marginal, la remanufactura de cartuchos de impresión fue casi sin proponérselo un negocio pionero ejemplar de economía circular. Hacia fines de los años 80, algunos emprendedores comenzaron a observar la posibilidad de reuso de un producto destinado a ser enterrado, proponiendo beneficios como la reutilización de productos agotados, reducción de recursos naturales y energéticos necesarios para la fabricación de los cartuchos y componentes y una importante reducción de costos comparados con los productos originales. En América Latina, la remanufactura fue además una importante fuente de empleos locales, ya que solo el 20% del cartucho suelen ser materias primas importadas.
¿Quién se ha llevado mi queso?
Poco a poco el sector se fue comprimiendo, consecuencia de la consolidación del mercado, pero especialmente por efecto de la penetración en toda la región de los cartuchos de nueva construcción o “compatibles” a un muy bajo costo, quienes tomaron gran parte de su cuota de mercado. Y si a esto le sumamos la tendencia global de reducción del volumen de páginas impresas y su aceleramiento por efecto de la pandemia, la remanufactura es observada por algunos como un negocio del pasado.