El pasado mes de septiembre, un grupo mediambiental francés llamado “Halte à l’Obsolescence Programmée” que lucha por poner fin a la obsolescencia programada por la cual muchos productos y dispositivos son fabricados para limitar su vida útil, demandó a Brother, Canon, Epson y HP alegando que las mismas son aplicadas a sus impresoras. El grupo está basando la demanda en la legislación francesa aprobada en 2015 que busca reducir los residuos de aparatos desechados, promoviendo su reparación en lugar de su descarte. Aunque el reclamo parecería lejos de conseguir éxito, plantea algunas preguntas interesantes de responder. La primera de ellas, que es la que motiva la demanda, sería si efectivamente las OEMs diseñan sus impresoras con obsolecencia para que los clientes tengan que adquirir eventualmente nuevos dispositivos. En la teoría, un dispositivo electrónico debería ser fabricado para durar para siempre (o al menos por un muy largo plazo), siempre que las partes que fallen se reemplacen periódicamente. Sin embargo, la demanda sostiene que los fabricantes de impresoras diseñan deliberadamente piezas para que fallen en algún momento. Como ejemplo, se hace referencia a los fabricantes inkjet cuyos cartuchos originales indican a través de una advertencia que precisan ser reemplazados, cuando en realidad aún queda tinta remanente, en oportunidades hasta un 20%. Lo mismo para los pads que se encargan de limpiar la tinta sobrante, un componente que parecería estar diseñado para que falle antes del agotamiento de su vida útil y que las firmas cobran su reemplazo a precios exageradamente altos.
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