Por Gustavo Molinatti
Entiendo (y comparto) la épica que la industria proclama al defender su negocio y la libre elección del consumidor en respuesta a los diversos ataques OEM para eliminar al aftermarket. Ataques que en ocasiones son legítimos, como en ciertas demandas por protección de su propiedad intelectual, pero otros por métodos engañosos, como el de bloquear consumibles de terceras marcas con sigilosas actualizaciones de firmware. Aun así, admito me cuesta imaginar a los OEM como un enemigo, planeando desde su trinchera y sin descanso cómo destruirnos. Nuestra industria desde sus orígenes dependió de los OEM, quienes no solo lanzan los dispositivos que permiten al aftermarket desarrollar sus negocios, sino que además estimulan al usuario a seguir consumiendo productos y servicios del mercado de imágenes.
El aftermarket necesita de fabricantes OEM sólidos y rentables, que impulsen y traccionen el mercado. Y así como hay clientes que solo les interesa adquirir productos originales, hay otros que buscan una alternativa de calidad y a un valor conveniente.