El renacimiento del inkjet


Desde hace muchos años el mercado de impresión se dividió en dos grandes áreas de negocios: una destinada a atender el segmento del hogar y de las pequeñas empresas, donde la tecnología adoptada mayormente fue la del inkjet o “chorro de tinta”, como solíamos llamarla en sus inicios. Y otra dirigida a la mediana o gran empresa, donde tuvo mayoritario desarrollo el láser o toner (según titulásemos la tecnología de impresión o el contenido de sus cartuchos). Inclusive dentro de nuestro gremio siempre hubo esa distinción entre distribuidores y remanufacturadores, como dos grandes equipos de fútbol enfrentados, donde la típica forma de identificarlos era simplemente preguntar: “¿haces láser o inkjet?”. Muchas empresas aún tienen divididas sus áreas de producción en dos sectores según este criterio, con personal, maquinaria y estructura distinta. En este escenario, el inkjet fue siempre visto como una tecnología limitada en cuanto al rendimiento de sus cartuchos, lentitud de sus motores, capacidad de producción,  falta de funcionalidades para entornos de oficina, con equipos baratos pero de un alto costo operativo. Para el sector dedicado a este segmento, la penetración del cartucho compatible fue casi letal, ya que a la dificultad de la remanufactura de aquellos inestables cartuchos de tinta se le sumaba una baja de su rentabilidad para poder competir con el producto asiático.

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