Hace unas semanas comenzamos a ordenar nuestra primera oficina, aquella donde nació Guía del Reciclador y que fue sede editorial de la revista durante muchos años hasta que decidimos mudarla a otro sitio. Abrir cada cajón de papeles, fue meterse en un viaje en el tiempo donde me reencontré con muchos recuerdos de eventos, personajes, viajes, conferencias y tantos otros momentos de este camino junto a la Industria. Pero no solo tomé noción de la gran cantidad de trabajo que hicimos en estos 16 años, sino además de la enorme cantidad de papeles impresos acumulados en estanterías, cajas y cajones. Hace poco más de una década imprimíamos casi todo. Desde un presupuesto para cotizar un trabajo o servicio hasta un correo electrónico que nos resutaba importante. Ni hablar de la inversión que destinábamos en imprimir flyers, tarjetas personales de presentación, inscripciones a exposiciones, formularios de conferencias, folletos y tantos otros papeles que ocupan en la actualidad un valioso espacio y que además quedaron obsoletos en el tiempo. Sería absurdo y hasta imprudente no darnos cuenta de esta tendencia, no intentar entender cuál es su impacto y prever qué puede ocurrir en el futuro. ¿Se dejará de imprimir?...
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